Octubre 2007: VI Aniversario de Apoloybaco / II Certamen Literario.

El 26 de octubre de 2007, tuvo lugar en las Naves del Barranco de Sevilla en la calle Arjona, la entrega de premios del II Certamen Literario Apoloybaco. El acto fue todo un acontecimiento cultural en Sevilla y durante el mismo se hizo entrega de los premios a los ganadores del concurso por el Jurado formado por Manuel Pimentel Siles, quien actuó de Presidente, Francisco Vélez Nieto y Luis Felipe Campuzano Díez.

Posteriormente  a la entrega de premios, que ganaron los autores sevillanos, Antonio Luis Vera Velasco (Narraciones Breves) y José Quesada Moreno (Poesía), los más de 200 asistentes cenaron acompañados por los vinos de la Denominación de Origen Montilla- Moriles y escucharon de la enóloga del Consejo regulador, Eustaquia Cortés, las calidades de dichos caldo. A los postres actuaron el dúo de jazz formado por el pianista Ángel Andrés y la cantante Susana Raya, ambos cordobeses y magníficos músicos.

Los vinos de Montilla-Moriles tienen fama mundial. Y los socios que asistieron a la gala de entrega de premios, el 26 de octubre de 2007 lo comprobaron personalmente. Las características de los suelos -tierras albarizas, y ricas en carbonato cálcico- y el clima mediterráneo, con influencias de continentalidad, seco y caluroso del marco Montilla-Moriles, permiten el desarrollo óptimo de sus cepas.

Las variedades permitidas por el Consejo regulador son; Moscatel, Airén, Baladí – Verdejo, Montepila y Pedro Ximénez, esta última con la categoría de preferente y es que la Pedro Ximénez es una uva noble que le confiere un signo identificativo y de singularidad a los vinos de la Denominación de origen. Es una variedad polifacética, ideal para la elaboración de vinos generosos de gran finura y elevado gado alcohólico natural. La Pedro Ximénez en Montilla – Moriles, es la causante del milagro de la elaboración de un caldo único, de una joya enológica, como es el vino dulce natural que lleva su nombre. Su color va desde tonos ambarinos, cuando están recién elaborados, hasta el rubí oscuro cuando ha pasado varios años en botas de roble, con profundos aromas de pasificación, suave y dulce en la boca, pleno, vigoroso y muy equilibrado. Los vinos de Montilla-Moriles contribuyeron a que los socios de Apoloybaco disfrutaran de una noche mágica.

 
 
 
   
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