GASTRONOMÍA

Noviembre 2013: El Perro Chico (Bilbao).

 

RESTAURANTE EL PERRO CHICO. (BILBAO).

Aretxaga, 2 (Manzana, esquina Conde Mirasol). 48003 BILBAO

Teléfono: +34 944150 519

Relación calidad-precio:

Presentación: 

Cocina:  

Servicio:  

Mala   Aceptable   Buena   Muy Buena   Excelente.

 

El Perro Chico es un tradicional restaurante con bastante historia a sus espaldas. Situado en una zona muy particular, sobre la ría de Bilbao en un entorno que va ganando día a día. Su nombre es debido a que existió en su cercanía un puente de iniciativa privada que se mantuvo en servicio desde 1892 hasta 1937 y cuyo peaje era “una perra chica”, nombre coloquial con el que se denominaba a la moneda española de 5 céntimos de peseta. Este puente fue bautizado popularmente como el Perrochico.

A lo largo de sus mas de veintiocho años de vida han tenido la suerte de recibir a tres premios Nobel: Vargas Llosa, Patarroyo (candidato varias veces) y Saramago. En una misma noche tuvieron a Frank Gehry, Dennis Hooper, Jeremy Irons, Laurence Fishbourne de M a t r i x… Por sus escasas dependencias han pasado Oliver Stone, el cantante Robbie Williams, Antonio Banderas, Miguel Bosé, Carolina Herrera, Jean Paul Gaultier, Armani, Brad Pitt. Sidney Pollack rodó en esa esquina una parte del documental sobre Gehry.

También estuvieron Caballé y Teresa Berganza, Domingo, Carreras, Ainhoa Arteta, Marcelo Álvarez, Carlos Álvarez, Ángela Gheorghiu Fiorenza Cedolins…, Francesco Clemente, Manolo Valdés, Miquel Barceló, Mariscal, Mari Puri Herrero… El director de cine Arturo Ripstein, Phillipe Starck, autor de la actual Alhóndiga.

También el arquitecto que hizo el hotel Sheraton, el mexicano Legarreta. Pero quizás uno de los que les visitó y que marca la historia reciente de Bilbao fue Frank Gehry, arquitecto del Museo Guggenheim que les visitó más de veinte veces y hasta cocinó. Una de las características menos conocidas del museo, es que sus cuarteles generales están pintados de azul Bilbao, que no es ni azul marino ni azul cielo, es azul puro y limpio.

La fórmula bilbaína es una pizca de azul cobalto, se añade un poco de azul añil, mogollón de blanco titanio… y todo ello se bate bien…, Pues este color se inspiró en este restaurante, en un azulejo que tiene 112 años, que con el suelo hidráulico son los originales de esta casa. Este era un tipo de azulejo que hacían a mano. Era el de las casas pobres de Bilbao, de los portales y las cocinas.

Pero pasemos a la parte gastronómica que es la que nos condujo hasta este peculiar lugar. Fuimos por recomendación de nuestra amiga Estíbaliz cuando realizábamos un recorrido turístico por esta capital vasca. Cuando llegamos para comprobar todo lo que nos habían contado del lugar nos encontramos con que se estaba celebrando una boda y todo el local se encontraba ocupado, pero esto no fue un problema para nuestro anfitrión Víctor que rápidamente nos acomodó en una mesa en el exterior donde fuimos atendidos de forma maravillosa.

Nuestra comida comenzó con unas anchoas al vapor con vinagreta de guindillas con un muy buen aceite de oliva, continuamos también como entrante, langostinos al ajillo flameados con txakoli. De platos pudimos degustar una merluza gratinada con costra de gambas, setas y puerros, seguido de un solomillo fileteado con ajo y perejil. La comida se sirvió a un ritmo adecuado siendo los productos y la preparación de primera clase. Con los postres llegó la lluvia y pasamos al interior del salón donde pese a la celebración que transcurría nos acomodaron y pudimos afrontar unos postres caseros consistente en una tostada con natillas caseras con helado de chocolate blanco bañado de chocolate caliente. Un sorbete de mojito dio el último sabor a esta agradable velada.

En definitiva un estupendo lugar donde poder comprobar las bondades de la gastronomía bilbaína, en un entorno muy tradicional.

 

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