Apoloybaco, visita a la Bodega Ochoa en Olite (Navarra).

En Navarra comienza el Camino de Santiago que viene de Europa, conocido por el nombre de «el Camino francés». También en Navarra confluye ese camino, con el denominado «Camino aragonés» que entra en la Península por el puerto de Somport (Huesca). Ese hecho histórico, social y económico que es el Camino de Santiago favoreció sin duda alguna la recuperación y extensión del viñedo en la Edad Media navarra.

Cierto es que la tradición vinatera de estas tierras le viene de mas lejos, existen vestigios arqueológicos de que desde el siglo I de nuestra era, Navarra fue un importante centro de elaboración de vinos, así lo atestiguan los hallazgos encontrados en Funes (donde se encontro una antigua bodega romana). El hecho de que el Camino de Santiago atravesase de este a oeste y de norte a sur las merindades navarras, asentándose en ellas numerosas ordenes militares y religiosas, explican la enorme influencia de las mismas en la viticultura de la zona y el aprecio por sus vinos. Como recogía el Códice Calixtino hablando de los vinos de Estella: «La tierra de buen pan y de óptimo vino».

Los monarcas de Navarra, Aragón, Castilla y León facilitarán el viaje a Santiago mediante la construcción de puentes, edificación de hospitales y beneficios para la instalación de abadías. Uno de esos reyes procedente de la dinastia de la Champaña; Teobaldo I, hijo de Doña Blanca de Navarra, inició en Olite, a los lugareños en la obtención del Vertjus (jugo verde), bebida hoy perdida, pero procedente indudablemente de la vid.

Precisamente en esta preciosa y monumental ciudad de Olite, asientan sus «reales» la familia Ochoa. Los orígenes de esta familia de bodegueros se remontan al siglo XIV, cuando Ochoa de Ayanz era el alcalde de Olite. La antigua bodega situada cerca del palacio-castillo, data de 1845.

Actualmente la bodega esta regentada por la quinta y sexta generación; el matrimonio formado por Javier Ochoa y Marivi Alemán junto a sus hijas Adriana y Beatriz. El apellido Ochoa significa en vasco «lobo» y parece que proviene de un pueblecito del norte de Navarra; Ochagavia: tierra de lobos.

Experiencia, sabiduría, conocimiento e innovación se mezclan, en esta familia bodeguera, junto con grandes dosis de pasión y amor por el vino y la tierra para ofrecer un producto de alta calidad y respetuoso con el medio ambiente.

Una representación de Apoloybaco tuvimos la fortuna de visitar esta ya histórica bodega navarra y lo hicimos bajo los auspicios y pedagógicas explicaciones de Adriana Ochoa, que entre otras labores, ejerce de enológa en las viñas y en la bodega, cuenta con una amplia formación y experiencia, y es sabedora de que no solo la teoría es suficiente para elaborar buenos vinos, si no que es muy necesario y fundamental el trabajo de campo, como ella misma dice: «El contacto con la tierra, con el suelo, llenarte las manos de barro y la mente de juegos con los elementos naturales».

Una visita muy entretenida y fructifera a, las que desde finales de los ochenta del pasado siglo son, sus nuevas instalciones, pues la vieja bodega ha pasado a ser la vivienda de los actuales propietarios. Una visita que recomendamos encarecidamente a los amantes del vino y su cultura, y al público en general, ya que la bodega ofrece una interesante y completa propuesta enoturística.

Bodegas Ochoa cuenta con unas 145 hectáreas de viñedo propio, distribuidas en dos municipios diferentes, la mayor parte se encuentra en el término de Traibuenas, unas 125 hectáreas muy próximo al parque natural de las Bardenas Reales, y las 20 hectáreas restantes se encuentran el el municipio de Olite junto a las actuales instalaciones de la bodega, en ella se encuentra el viñedo mas viejo de las variedades Merlot, Cabernet Sauvignon y Temprenillo. Las viñas situadas en Traibuenas se encuentran repartidas en cino parcelas o fincas diferentes: Finca Santa Cruz donde se comparten las variedades de Tempranillo y Cabernet Sauvignon con unas 12 hectáreas de olivo de la variedad arbequina. Finca La Pedrera, con un suelo muy pedregroso apropiado para el cultivo de la variedad Graciano. Finca El Secadero unas ocho hectáreas de la variedad Temprenillo. Finca La Milla, debe su nombre a que mide una milla de largo, plantadas con las variedades blancas de Moscatel, Viura y Chardonnay junto a la tinta Merlot y también cuenta con varias hectáreas de olivo. Y Finca El Bosque donde se cultivan la Cabernet Sauvignon, la Garnacha y la Moscatel y también cuenta con olivos.

En bodega, sus instalaciones son modernas, sorprende muy positivamente la asepsia de la misma y su distribución, muy funcional con el objeto de facilitar todo el proceso de vinificación, conservación y guarda de los vinos.

Prensas neumáticas, depósitos de acero inoxidable para la fermentación controlada, con capacidad suficiente para absorver toda la producción actual de sus viñedos, tanto en rosados, blancos como tintos.

Mantienen los más estrictos estándares de trazabilidad, realizando rigurosos controles de las partidas de vino. Este proceso se inicia en los viñedos, contiuando con el momento de entrada de la uva en bodega y por supuesto en todo el proceso de elaboración y crianza de los vinos, cuando estos requieren dicha crianza o envejecimiento. Estos controles también se realizan en el embotellado y almacenaje del vino. Una garantia mas en estos estandares de trazabilidad, es la conservación de todas las análiticas tanto fisico – químicas como organolépticas de cada partida.

Bodegas Ochoa fue una de las primeras bodegas españolas en realizar un proyecto de I+D. Esta práctica de investigar y experimentar es una constante en la filosofía de la bodega, por ello no han dejado de invertir recursos y acogerse a los planes de inversión de la Comunidad Económica Europea; una investigación y experimentación siempre con una perspectiva respetuosa con el medio ambiente y con el desarrollo de una agricultura integral.

Entre esos estudios de investigación y como no el propio empirismo de largos años de observación les han hecho decidirse porque la mayor producción de vinos pase por barrica, con el objetivo de ser vinos “roble” (menos de 6 meses de barrica), Crianza (mas de 9 meses), Reserva (más de 12 meses) o Gran Reseva (más de 18 meses).

Por ello cuentan con un importante parque de barricas, unas mil barricas, de las cuales un 70% aproximadamente son de roble americano y el 30% restante de ronble frances, barricas que se renuevan conforme van declinando su aportación al vino.

Y desde hace algunos años están experimentando también con roble de la Europa del Este (Rumania y Hungría) y por lo que nos comentaba Adriana con unos resultados extraordinarios.

También están investigando y experimentando con variedades de uva con las que hasta la fecha no habían trabajado como la Viogner, la Verdejo y la Garnacha Blanca, seguro que pronto veremos nacer nuevos vinos de esta innovadora bodega.

Y esperemos y deseamos que esos vinos alcancen el mismo prestigio y reconocimiento que tiene los que ya están en el mercado. Algunos de ellos catamos al final de nuestra visita. La gama de vinos la tienen distribuidas por series: La serie firmada por Javier Ochoa recoge 6 de los vinos más conocidos de la Bodega. La serie de vinos 8A están firmados por Adriana Ochoa. Y la gama de vinos bajo el nombre de Ochoa Calendas representa los vinos jovenes.

Junto a los vinos también producen y comercializan un aceite de oliva virgen extra (AOVE) de la variedad arbequina, así como el Agraz-Verjus, un condimento que se obtiene a partir de uva sin madurar, que lo convierten en un aderezo más apreciado que otros como el vinagre o el zumo de cíticros. La delegación de Apoloybaco, hizo también un pequeño obsequio a la bodega: un grabado y un cuaderno de notas pintado por una de nuestras socias.

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